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Trump promete medicamentos más baratos: ¿es solo campaña?

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En un anuncio que ha sacudido la política de salud en Estados Unidos, el expresidente Donald Trump afirmó este lunes que firmará una orden ejecutiva para bajar los precios de los medicamentos hasta un 59%, asegurando que los costos podrían disminuir incluso hasta un 80% en algunos casos. ¿Pero cómo piensa lograrlo? Trump propone aplicar una estrategia llamada “nación más favorecida”, lo que significa que EE. UU. pagaría por los medicamentos el mismo precio más bajo que cualquier otro país del mundo.

La medida —según Trump— impactará directamente en Medicare, el programa de salud pública que atiende a casi 70 millones de adultos mayores. Básicamente, si un país como Francia o Alemania paga menos por un medicamento, Estados Unidos exigiría pagar ese mismo precio. Si en 30 días las farmacéuticas no bajan sus precios, el gobierno intervendrá para fijar topes máximos. Además, el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha sido encargado de negociar con las grandes compañías farmacéuticas. Si no hay acuerdos, se publicará una nueva regla que obligará a aplicar esos precios mínimos de manera oficial.

Expertos en salud pública y economía no están del todo convencidos de esta iniciativa. Por ejemplo, Rachel Sachs, profesora en la Universidad de Washington, señala que este plan podría tardar años en implementarse y probablemente enfrente múltiples demandas en tribunales por parte de las farmacéuticas. También advierte que los beneficios no llegarán a todos: la mayoría de los medicamentos recetados por farmacias no están cubiertos por la orden, sino solo los que se administran en hospitales o clínicas bajo Medicare.

Como era de esperarse, la reacción por parte de las empresas fue negativa. La Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA) calificó la propuesta como “peligrosa” y advirtió que podría afectar la inversión en nuevos tratamientos. Además, especialistas como Arthur Caplan, de NYU, cuestionan si realmente se podría igualar el precio de países más pobres: “No vamos a pagar lo mismo que Bolivia o Egipto. No es realista”.

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