Padawan, ¿te imaginas que el gobierno le quite el dinero a tu universidad por no pensar igual que él? Eso es justo lo que está pasando entre Donald Trump y la Universidad de Harvard, una de las más prestigiosas del mundo. Esta semana, la administración de Trump anunció que congelará más de 2,200 millones de dólares en fondos federales destinados a Harvard, acusándola de no hacer lo suficiente para frenar el antisemitismo en su campus.
Pero la universidad respondió con fuerza: “No vamos a ceder ante la presión del gobierno. Tenemos derecho a pensar, enseñar e investigar con libertad”. Pues lo que está en juego no es solo dinero, sino que se trata de la defensa de la libertad académica. Las exigencias del gobierno incluyen cosas como revisar qué piensan los estudiantes y profesores, cambiar políticas de admisión, prohibir el uso de máscaras en protestas y eliminar clubes estudiantiles que no le gustan a la Casa Blanca.
Y es que la decisión no es poca cosa. Pues en 2024, Harvard invirtió más de mil millones de dólares en investigación científica, médica y tecnológica, de los cuales más del 68% venían del gobierno. Gracias a eso se lograron avances, patentes, y hasta un nuevo Premio Nobel. Cortar ese dinero pone en pausa investigaciones clave para la salud, el medio ambiente y la innovación. Además, esto no es un caso aislado, pues es una estrategia que ya se ha aplicado a otras universidades como Columbia, Princeton y Penn.
Todo esto ocurre mientras se intensifican las protestas estudiantiles en universidades de EE.UU. por la guerra en Gaza. Algunas de estas manifestaciones han sido acusadas de tener discursos antisemitas. El gobierno aprovechó eso para meter presión… pero según muchos expertos, la respuesta ha sido desproporcionada y peligrosa para la libertad de expresión. La batalla sigue, ya no solo tratándose de universidades aisladas, sino de una lucha sobre quién controla lo que se enseña, lo que se investiga y cómo se protesta en las universidades.